lunes, 17 de febrero de 2020

Cartas desde mi cielo

Ya os he contado en muchas ocasiones que me gusta tener una pequeña biblioteca de cuentos en el dormitorio y cuando vienen mis sobrinos que los lean e incluso poder llevarme algunos a la escuela y contárselo a los alumnos para que cojan el gusto por la lectura.

Hace unos días me llamó la atención un cuento, me llegó al corazón pensando que era justo lo que necesitaba y sin duda es mucho mejor de lo que podía imaginar; es de la editorial SM.


El cuento es de tapa dura para evitar que pueda estropearse y es perfecto en este caso para poder trabajar el duelo; muchas veces cuando perdemos un ser querido no sabemos cómo afrontarlo nosotros y poder vivir con ello y mucho menos los niños que no entienden la situación, porque ha pasado, que pasará ahora...


Está recomendado para niños de 3 a 5 años aunque niños más mayores también pueden leerlo; el cuento es sencillo con ilustraciones en colores más oscuros y otoñales porque es un cuento melancólico para poder tratar la pérdida de nuestro ser querido, en este caso nuestra mascota.


Hace tan solo 4 meses perdimos a nuestro mejor amigo de 4 patitas tras muchísimos años con nosotros, una pérdida irreparable que nos hundió y nos dejó un vacío imposible de llenar así que cuando vi el cuento pensé que sería una bonita forma de aceptar lo sucedido y de alguna manera reconfortarnos sabiendo que aunque no podamos verlo él si lo hace y que allá donde esté, está bien.


El cuento trata sobre una niña llamada Inés que ha perdido a su mejor amigo, se siente triste, se pasa el rato llorando y pensando en él así que empieza a recibir cartas desde el cielo donde su perrito le cuenta que ha muerto y que ahora está en el cielo de los perros donde tiene parques para jugar, donde puede comer muchas golosinas para perros y jugar con otros perritos más grandes y pequeños.
Le explica que hay de todo lo que podamos imaginarnos para comer y que allí ya no tienen necesidad de usar correas ni collares; que pueden dormir plácidamente en los sofás e incluso hacerse pis en el césped o donde ellos quieran porque nadie les riñe ni les llama la atención.


También le explica que por fin se ha reunido con su mamá y que ahora ya duerme todas las noches acurrucado a ella.
Desde el cielo la ve y cuando lo hace no deja de mover su rabito porque se pone contento al verla.

Pero también echa de menos sus besos, sus mimos, sus caricias, los momentos que compartían juntos y ella también lo echa de menos, tanto que conserva una bolita de su pelo como recuerdo.


Leer el cuento fue duro en cierta manera porque se me vinieron a la mente todos los recuerdos de cuando él estaba conmigo, cuando se sentaba a mi lado cada vez que comía con carita de pena para ver si le daba algo, cuando se acurrucaba en el sofá, cuando se acercaba para que lo rascara...


Es un cuento infantil pero creo que también puede ayudarnos a los adultos a superar la pérdida de ese ser querido porque de alguna forma sabemos que no podemos acariciarlo, ni tocarlo, ni verlo pero que sigue ahí así como su recuerdo.


Y como dice el final del cuento: Posdata; te querré siempre

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