Ya os he
contado en muchas ocasiones que me gusta tener una pequeña biblioteca de
cuentos en el dormitorio y cuando vienen mis sobrinos que los lean e incluso poder
llevarme algunos a la escuela y contárselo a los alumnos para que cojan el
gusto por la lectura.
Hace unos
días me llamó la atención un cuento, me llegó al corazón pensando que era justo
lo que necesitaba y sin duda es mucho mejor de lo que podía imaginar; es de la
editorial SM.
El cuento
es de tapa dura para evitar que pueda estropearse y es perfecto en este caso
para poder trabajar el duelo; muchas veces cuando perdemos un ser querido no
sabemos cómo afrontarlo nosotros y poder vivir con ello y mucho menos los niños
que no entienden la situación, porque ha pasado, que pasará ahora...
Está
recomendado para niños de 3 a 5 años aunque niños más mayores también pueden
leerlo; el cuento es sencillo con ilustraciones en colores más oscuros y
otoñales porque es un cuento melancólico para poder tratar la pérdida de
nuestro ser querido, en este caso nuestra mascota.
Hace tan
solo 4 meses perdimos a nuestro mejor amigo de 4 patitas tras muchísimos años
con nosotros, una pérdida irreparable que nos hundió y nos dejó un vacío
imposible de llenar así que cuando vi el cuento pensé que sería una bonita
forma de aceptar lo sucedido y de alguna manera reconfortarnos sabiendo que
aunque no podamos verlo él si lo hace y que allá donde esté, está bien.
El cuento
trata sobre una niña llamada Inés que ha perdido a su mejor amigo, se siente
triste, se pasa el rato llorando y pensando en él así que empieza a recibir
cartas desde el cielo donde su perrito le cuenta que ha muerto y que ahora está
en el cielo de los perros donde tiene parques para jugar, donde puede comer
muchas golosinas para perros y jugar con otros perritos más grandes y pequeños.
Le explica
que hay de todo lo que podamos imaginarnos para comer y que allí ya no tienen
necesidad de usar correas ni collares; que pueden dormir plácidamente en los
sofás e incluso hacerse pis en el césped o donde ellos quieran porque nadie les
riñe ni les llama la atención.
También le
explica que por fin se ha reunido con su mamá y que ahora ya duerme todas las
noches acurrucado a ella.
Desde el
cielo la ve y cuando lo hace no deja de mover su rabito porque se pone contento
al verla.
Pero
también echa de menos sus besos, sus mimos, sus caricias, los momentos que
compartían juntos y ella también lo echa de menos, tanto que conserva una
bolita de su pelo como recuerdo.
Leer el
cuento fue duro en cierta manera porque se me vinieron a la mente todos los
recuerdos de cuando él estaba conmigo, cuando se sentaba a mi lado cada vez que
comía con carita de pena para ver si le daba algo, cuando se acurrucaba en el
sofá, cuando se acercaba para que lo rascara...
Es un
cuento infantil pero creo que también puede ayudarnos a los adultos a superar
la pérdida de ese ser querido porque de alguna forma sabemos que no podemos
acariciarlo, ni tocarlo, ni verlo pero que sigue ahí así como su recuerdo.
Y como
dice el final del cuento: Posdata; te querré siempre
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